Sociedades Precapitalistas, vol. 12, e068, enero-diciembre 2022. ISSN 1851-779X
Universidad Nacional de La Plata
Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación
Centro de Estudios de Sociedades Precapitalistas (CESP)

Artículos

Exilios y migraciones en la Atenas de finales del siglo V a.C.: las exclusiones de la ciudadanía y los golpes oligárquicos

Julián Gallego

Programa de Estudios sobre las Formas de Sociedad y las Configuraciones Estatales de la Antigüedad, Universidad de Buenos Aires-CONICET, Argentina
Cita recomendada: Gallego, J. (2022). Exilios y migraciones en la Atenas de finales del siglo V a.C.: las exclusiones de la ciudadanía y los golpes oligárquicos. Sociedades Precapitalistas, 12, e068. https://doi.org/10.24215/22505121e068

Resumen: En un marco general de migraciones motivadas por diferentes causas (socioeconómicas, políticas, militares, etc.), en este artículo se analizan los efectos que producen en Atenas los golpes oligárquicos de 411 y 404, entendidos como dos situaciones peculiares que combinan los conflictos políticos dentro de la comunidad ciudadana con desplazamientos de población y exilios.

Palabras clave: Atenas, Democracia, Oligarquía, Migración, Exilio.

Exiles and migrations in late fifth-century BC Athens: exclusions from citizenship and the oligarchic coups d’état

Abstract: In a general framework of migrations motivated by different causes (socioeconomic, political, military, etc.), this article analyzes the effects produced in Athens by the oligarchic coups of 411 and 404, understood as two peculiar situations that combine political conflicts within the citizen community with population displacement and exiles.

Keywords: Athens, Democracy, Oligarchy, Migration, Exile.

Una mirada a vuelo de pájaro por la historia ateniense deja ver de inmediato que las migraciones de población afectaron de distintas maneras la conformación de la comunidad de ciudadanos. No nos referimos solamente al ostracismo, esa forma típica de exilio instrumentada estrictamente a lo largo del siglo V a.C., que afectó a individuos concretos en diferentes coyunturas siguiendo unas pautas que imponían una suspensión transitoria de las prerrogativas políticas y una salida física de Atenas durante un lapso determinado (cf. Paiaro, 2012b). Ya las elegías de Solón atestiguan a comienzos del siglo VI a.C. un conjunto de situaciones diversas pero articuladas, al enumerar entre los migrantes forzados a irse a todos quienes con o sin justicia fueron vendidos como esclavos fuera de Atenas, o entre los compelidos a marcharse a todos aquellos que huyeron debido a necesidades acuciantes, y entre los “exiliados internos” a los átimoi, despojados de derechos cívicos y proscriptos aun estando dentro de la comunidad1.

Podría mencionarse también aquí las migraciones de muchos atenienses producidas durante el siglo V a raíz de la fundación de colonias y cleruquías, en el contexto del imperialismo ateniense, muchos de los cuales debieron retornar a Atenas cuando ésta perdió la guerra con Esparta. En menor escala, esta experiencia volvió a repetirse en el siglo IV, llevando a miles de atenienses lejos de su tierra natal2. También se debe considerar el flujo de población derivado de los centenares de atenienses empleados como mercenarios fuera del Ática en un momento u otro de este mismo siglo3. En algún sentido, la historia de la democracia ateniense se cierra con migraciones de gran magnitud, teniendo en cuenta que cuando en 322/21 el macedonio Antípatro dispuso el establecimiento de una organización política censitaria probablemente quedaran excluidos del goce de los derechos plenos de ciudadanía más de 20.000 individuos, a quienes se les habría ofrecido marcharse a Tracia, aun cuando no todos lo hicieron4; al mismo tiempo, según se sabe, muchos atenienses asentados en Samos debieron retornar a Atenas una vez que los exiliados samios volvieron a su patria5.

Esta breve enumeración de algunas situaciones relacionadas con movimientos de población concretados en condiciones de cambiantes circunstancias nos previene de considerar el fenómeno del desplazamiento como algo aleatorio o excepcional, cuestión que por lo demás está íntimamente ligada a la experiencia de los límites o márgenes de la humanidad imaginariamente concebida para una sociedad dada, no importa cuán dramática o aventurera la experiencia migratoria pueda resultar. Se trata, sobre todo, de pensar los modos según los cuales diversos grupos más o menos amplios de atenienses (siempre en términos relativos, claro está) o bien fueron forzados o bien se vieron empujados a dejar su suelo natal o, aun permaneciendo en él, debieron sufrir las consecuencias de una suerte de exilio interno debido a la pérdida de los derechos plenos de participación política. La literatura reciente sobre exilios, migraciones y desplazamientos poblacionales forzados pone de relieve la concomitancia que muchas veces existe entre estos diferentes fenómenos y las múltiples causas que coadyuvan en los mismos, fenómenos que muchas veces no pueden separarse demarcando una frontera prístina entre el exilio y la migración6.

En este contexto, vamos a detenernos en dos situaciones peculiares que combinan los traslados de población, las migraciones y los exilios con los conflictos políticos de la Atenas de finales del siglo V7. En primer lugar, vamos a considerar el caso de los atenienses presentes en Samos en 412/11 a partir de las operaciones militares centradas en la zona oriental del Egeo. De atenernos a la información que nos entregan, principalmente, Tucídides (8.1-97) y la aristotélica Constitución de los atenienses (29-33), en 411 el golpe oligárquico de los Cuatrocientos impuso una transformación de la politeía que implicó una restricción de la participación política plena en la ciudadanía: un grupo selecto de 5.000 tendría a su cargo los asuntos del gobierno de la ciudad. Tucídides y la escuela aristotélica (que quizás siguiera al historiador en este punto) señalan que la riqueza era la condición de pertenencia a estos 5.000. En efecto, según Tucídides (8.65.3), los 5.000 que se harían cargo del gobierno de la ciudad serían aquellos que fueran capaces de servir con sus riquezas y sus cuerpos (toîs te khrémasi kaì toîs sómasin opheleîn). Más adelante, Tucídides (8.97.1) se refiere a los 5.000 como aquellos capaces de procurarse el armamento hoplítico (hópla parékhontai). El contenido del primer pasaje del historiador citado es prácticamente repetido en el texto aristotélico sobre la Constitución de los atenienses (29.5) pero usando el sugestivo verbo leitourgeîn para aludir a los servicios que estos 5.000 ciudadanos debían poder desempeñar; en el mismo parágrafo también se dice que un cuerpo de 100 miembros de más de 40 años, 10 por cada tribu, se encargaría del enrolamiento (kataléxousi) de los 5.000 (cf. Tucídides, 8.67; [Lisias], 20.2; Rhodes, 1981: 382-385). Así pues, el horizonte que plantean estos testimonios implica un cuerpo de ciudadanos reducido a una élite que probablemente incluyera sólo a los atenienses de la clase ociosa, es decir, a aquellos que por la riqueza que poseían no tenían necesidad de vivir de su propio trabajo, sino que podían vivir de la explotación de una fuerza de trabajo dependiente o libre8.

Ahora bien, ¿qué ocurre con la pólis en la medida en que este cambio de politeía se produce? La perspectiva que más “naturalmente” se nos impone es la mismidad, es decir, la continuada identidad de Atenas consigo misma, más allá de las mutaciones políticas e institucionales que la ciudad hubiera sufrido a raíz del golpe oligárquico. Pero, a juzgar por las visiones de los propios actores, el uno se divide en dos9, y Atenas no se hallaría necesariamente en la propia Atenas, o, mejor dicho, una parte de Atenas en la stásis política que se desarrollaba no se encontraba locativamente en el espacio geográfico de Atenas y el Ática. Describámoslo con las palabras empleadas por Tucídides (8.76.1): “Así durante ese tiempo las dos partes probaron sus fuerzas, tratando unos [en Samos] de obligar a la ciudad a gobernarse democráticamente e intentando los otros [en Atenas] que el cuerpo expedicionario estuviera regido por una oligarquía”10. La idea de dos partes que prueban fuerzas entre sí no hace más que aludir a la división inherente a toda stásis, que adquiere plena significación política a partir del hecho de que los que estaban en Samos ‒el cuerpo expedicionario‒ buscaban sostener la democracia, mientras que quienes se hicieron con el poder en Atenas ‒la ciudad‒ intentaban que la oligarquía se impusiera entre las tropas atenienses que se hallaban realizando las maniobras militares en la isla.

En efecto, una vez producido en Atenas propiamente dicha el golpe de los Cuatrocientos, en Samos, en donde el golpe había comenzado a planearse por parte de Pisandro y otros miembros de los sectores más influyentes (los que pagaban las más altas contribuciones), se intenta consolidar también un régimen oligárquico que pudiera articularse con el nuevo gobierno ateniense y mantener bajo control las naves y la tripulación de la flota, que en su enorme mayoría se encontraba en la isla. Para tener una idea de la parte de la población ateniense que se convirtió en la “Atenas democrática en Samos”, se debe considerarla cantidad total de ciudadanos varones adultos a comienzos de la Guerra del Peloponeso, que se ha estimado en entre 40.000 y 60.00011, rápidamente diezmada en los primeros años de la contienda a raíz de la peste desatada en Atenas con la población hacinada dentro de los muros de la ciudad. Ciertamente, tras veinte años de guerra, incluyendo la expedición fatídica a Sicilia entre 415 y 413, en el momento en que se produjo el golpe oligárquico de 411 el número total de atenienses había disminuido bastante en relación con dichas estimaciones, encontrándose más cerca de los 30.000 ciudadanos varones adultos12.

En este contexto, es posible dimensionar el número de atenienses que se hallaba en Samos. De acuerdo con la información que brinda Tucídides (8.27.4; 8.30), cuando a finales del verano y en el invierno de 412/11 se puso en práctica la estrategia de Frínico de reunir en la isla a todas las naves con su tripulación, junto a los alrededor de mil hoplitas que también habían arribado por esas fechas, el total de naves debió llegar a 75 u 85, a las que luego se unieron otras 35 que arribaron como refuerzo, todo lo cual implica una flota total de entre 110 y 120. Algunas eran embarcaciones de transporte; pero la gran mayoría eran trirremes. En conjunto, el personal de una trirreme rondaba las 200 personas, de las cuales 170 solían ser remeros. Por ende, si consideramos que había entre 90 y 100 trirremes, esto supone la presencia de entre 15.000 y 17.000 remeros. No todos eran atenienses, puesto que también había metecos, extranjeros asalariados, esclavos, etc., y una parte de los remeros pudieron ser los mil hoplitas, como en el caso de la Páralo, en la que sólo viajaban ciudadanos atenienses y libres (Tucídides, 8.75.3). Junto al resto de la tripulación que cumplía funciones directivas y organizativas en las naves, puede deducirse que más de 10.000 atenienses, tal vez cerca de 13.000, se hallaban en Samos al momento del golpe de los Cuatrocientos. Pero incluso si estos números deben ser reformulados a la baja, lo cierto es que varios miles de atenienses, la enorme mayoría de ellos procedente de la clase de los thêtes, debieron permanecer en Samos mientras se consumaba el golpe oligárquico en Atenas, quienes se vieron impedidos de regresar a raíz de su decisión política.

En efecto, cuando estos atenienses se percataron de las consecuencias de los planes golpistas tanto en Atenas cuanto en Samos y resolvieron sostener la vigencia de un gobierno democrático, quedaron imposibilitados en lo inmediato de retornar al Ática, donde los oligarcas se habían hecho fuertes; en algún sentido, dichos atenienses, demócratas, se convirtieron en migrantes exiliados. Pero el procesamiento subjetivo de esta circunstancia se produjo a través de una resignificación de su condición de atenienses. En Samos, una asamblea de soldados destituyó a estrategos y trierarcos sospechados de tener afinidad con el golpe oligárquico y nombró a otros atenienses en su reemplazo. En Atenas, mientras tanto, el pueblo ateniense había perdido simbólica y espacialmente el control de las decisiones desde la Pnix y la confianza en su propia fuerza, en una asamblea desarrollada en el demo de Colono que abolió la democracia, así como el funcionamiento mismo de la asamblea13. En Samos, en cambio, el pueblo ateniense convirtió la situación de forzoso exilio en condición de su propia subjetivación política, tal como lo relata con claridad Tucídides (8.76.5): “También decían que, gracias a su posición avanzada en Samos, los atenienses habían podido controlar hasta entonces las rutas de acceso al Pireo, y que en adelante, si aquéllos [los de Atenas] no querían restituirles sus derechos de ciudadanía, se encontrarían en una situación tal que ellos [los de Samos] podrían impedir el uso del mar a los de Atenas más que los de Atenas a ellos”14.

Por ende, como consecuencia del golpe de 411 y de las posiciones subjetivas del pueblo en un caso y en el otro se percibe la existencia de dos Atenas. La emplazada en el Ática deviene la ciudad oligárquica, controlada por quienes traman y ejecutan el golpe que derroca la democracia. Esta situación viene a señalar que Atenas dejó de ser democrática y que, por fuera del grupo de quienes sostenían activamente la oligarquía, los que permanecieron en Atenas no hicieron nada por evitar la caída de la democracia. La multitud, que en un principio parecía molesta, rápidamente se habría conformado con la idea de cambiar la politeía; ni el pueblo, ni la asamblea, ni el consejo se resistieron a la instauración de la oligarquía (Taylor, 2010: 201-223). Ahora bien, una vez que los atenienses que permanecieron en Samos destituyeron a los líderes pro oligárquicos y nombraron a nuevos jefes, se reivindicaron entonces como los verdaderos atenienses, puesto que Atenas debía ser esencialmente democrática (cf. Tucídides, 8.73-77). ¿Se debe considerar como la verdadera Atenas aquella asentada en el Ática, o Atenas estaba ahora en Samos? Como ha puesto de relieve muy expresivamente Taylor (2010: 253): “Después de que la flota en Samos volvió a la democracia, había dos grupos rivales de atenienses, los demócratas de Samos y los oligarcas de Atenas, y dos Atenas rivales ‒la ciudad tradicional en el Ática y la ciudad en Samos‒ cada una de las cuales afirmaba ser la verdadera ciudad”15.

Los atenienses que estaban en el Ática fueron vistos por los atenienses en Samos como si hubieran dejado de ser atenienses. Pero estos últimos, en caso de que los que estaban en Samos hubieran regresado al Ática, les habrían negado la posibilidad de ejercer los derechos plenos de ciudadanía. Por eso, los atenienses samios decidieron considerarse a sí mismos como los integrantes de la verdadera Atenas asentada ahora en Samos, una pólis ateniense que ante todo debía ser democrática, según la mirada de los que estaban en la isla. Esto parece poner de relieve la idea de que “los hombres son la ciudad” (ándres gàr pólis), por utilizar una expresión que Tucídides (7.77.7) ponía en boca del estratego Nicias en el contexto de la debacle de Sicilia, apenas un par de años antes (cf. Paiaro, 2012a). Pero entonces la sede locativa perdería sentido para delimitar la pertenencia a la ciudad, y Atenas podía estar tanto en el Ática como en Samos. Esta imagen de la ciudad dividida, es decir, el conflicto que hace posible la existencia de dos Atenas, una oligárquica y otra democrática, nos muestra que las migraciones concretas dan lugar a desplazamientos de sentido, a tal punto que los de Samos ven a la ciudad en el Ática como si ya no fuera Atenas, puesto que, para preservar su identidad, sería requisito que la ciudad conservase su politeía16, que los de Samos reivindicaban como esencialmente democrática, como deja ver Tucídides (8.76.6): “Hasta en eso les habían fallado los de la ciudad [en el Ática] al abolir las leyes patrias (patríous nómous) en tanto que ellos [en Samos] las conservaban y trataban de obligar a aquéllos a conservarlas; de modo que los hombres del cuerpo expedicionario capaces de proponer una decisión útil no eran inferiores a los de Atenas”17.

El golpe oligárquico y la restauración democrática acontecida pocos meses después siguieron teniendo consecuencias en los años posteriores con respecto a sectores de la ciudadanía que debieron exiliarse o perdieron sus plenos derechos, o ambas cosas a la vez. Hasta tal punto esta situación continuaba vigente que en 405 a.C., al poner en escena la comedia Ranas, Aristófanes incluía en la parábasis una referencia directa a la coyuntura del momento, como era costumbre en la así llamada comedia antigua18. Allí el comediógrafo hacía hincapié en la necesidad de buscar la igualdad entre los atenienses, no en el plano socioeconómico sino en el político-institucional, claro está, a partir de la búsqueda de la unidad y la conciliación dentro del cuerpo ciudadano, devolviendo los derechos cívicos a aquellos que los habían perdido, los átimoi: “Lo primero que nos parece es que todos los ciudadanos deben ser iguales y que hay que acabar con los temores. Y si alguno erró, engañado por los manejos de Frínico, mi opinión es que es preciso que los que metieron la pata entonces puedan arrojar de sí la culpa y liberarse de su error de otrora. Afirmo, además, que no debe haber nadie privado de derechos (átimon) en la ciudad” (687-692)19.

En coincidencia con esta exhortación de Aristófanes, en su discurso Sobre los misterios Andócides (1.73-79) hace saber que, tras la derrota ateniense y la destrucción total de la flota en la batalla de Egospótamos que tuvo lugar en el año 405, los atenienses se avinieron a considerar la necesidad de establecer la concordia interna (homónoia) a instancias de un proyecto de resolución formulado por Patróclides, decreto finalmente aprobado por la asamblea de acuerdo con el cual se les restituyeron los derechos de ciudadanía a todos los atenienses privados de ellos, excepto ciertos casos (cf. Jenofonte, Helénicas, 2.2.11)20. Así, de manera sincrónica, el reclamo puesto en escena por la comedia aristofánica en el teatro y el proyecto votado por los atenienses en la asamblea aparecen apoyándose uno en el otro, abriendo la posibilidad de la concordia entre los ciudadanos mediante un decreto de olvido institucional de las faltas cometidas (medè mnesikakêsai), es decir, una amnistía conforme a la cual ningún ateniense seguiría privado de los derechos de ciudadanía, dejando de ser un átimos, en referencia a “los que metieron la pata” engañados por Frínico, según indicaba Aristófanes, y respaldaron en su momento la oligarquía de 411 (cf. Tucídides, 8.68.3)21. Estos testimonios destacan, pues, la concomitancia entre exilios y migraciones en relación con la coyuntura política, poniendo de relieve en este caso la situación de aquellos que, por haber protagonizado o apoyado las medidas oligárquicas desplegadas tras la derrota en Sicilia, habían perdido los derechos de ciudadanía.

Con otras características en cuanto al modo en que la oligarquía se instaura nuevamente en Atenas en el año 404 con el golpe de los Treinta tiranos, sin embargo, los problemas que suscita el cambio de politeía no dejan de ser similares a los que hemos planteado en relación con el golpe de 411. En principio, los lacedemonios hicieron valer su condición de vencedores en la Guerra del Peloponeso imponiendo la destrucción de los Muros Largos y los del Pireo y la instauración del nuevo gobierno, que se llevó a cabo bajo la supervisión del general espartano Lisandro. En estas circunstancias, según relata Jenofonte (Helénicas, 2.3.2), “el pueblo decidió (édoxe tô démo) elegir treinta personas que compilaran las leyes tradicionales (patríous nómous) conforme a las cuales se gobernarían”22; aunque, como se indica en la aristotélica Constitución de los atenienses (34.3), en realidad, el pueblo se vio obligado a votar por la oligarquía. En consecuencia, el pueblo ateniense había perdido otra vez, simbólica y espacialmente, el control de las decisiones, en la medida en que, desde la Pnix, fue destituido de su capacidad política y de la confianza en su propia fuerza. Con la excusa de perseguir a los malos ciudadanos, los Treinta hostigaban a los humildes e incluso a aquellos con potenciales iniciativas propias que atrajeran las simpatías de los disconformes, por sentirse marginados del poder, dice Jenofonte (Helénicas, 2.3.14). La tiranía de los Treinta instauró el terror como práctica sistemática, llegando a asesinar en un breve lapso a no menos de 1.500, incluyendo a quienes descollaban por riqueza, linaje y prestigio para arrebatarles sus fortunas (cf. Isócrates, 7.67; [Aristóteles], Constitución de los atenienses, 35.3)23. Para dar mayor base de sustentación al régimen, los Treinta formalizaron el poder de la élite oligárquica mediante la confección de una lista de 3.000 que participarían del gobierno de la ciudad, a quienes una vez designados pasaron revista en el ágora, mientras que los que quedaron excluidos de este catálogo fueron revistados en otros lugares (Jenofonte, Helénicas, 2.3.18, 20, 48)24.

Ahora bien, tras los sucesos que culminaron con la muerte de Terámenes, la narración de Jenofonte (Helénicas, 2.4) de la fase final del gobierno de los Treinta deja ver que estos y los 3.000 se transformaron en los rectores de una ciudad oligárquica, de una manera que puede compararse en cierta medida con lo que había sucedido durante la oligarquía de los Cuatrocientos y los 5.000. Pero en el año 404 los demócratas no quedaron identificados con otro espacio fuera del Ática sino con dos lugares concretos del territorio de la pólis, aun cuando se instalaran momentáneamente allende las fronteras atenienses: File, el lugar fortificado tomado primeramente por Trasíbulo y los setenta hombres que lo acompañaron, y el Pireo, donde tuvo lugar la batalla final entre demócratas y oligarcas.

El espacio de la ciudad quedó reservado para los 3.000. Ciertamente, hubo una decisión política que buscó asegurar la dominación de los Treinta impidiendo el ingreso de los excluidos del catálogo, en la medida en que también se les había quitado las armas. Pero esta discriminación a través de la ocupación y reserva en exclusividad del espacio conllevaba, al mismo tiempo, una segregación destinada a distinguir de manera fehaciente a los ciudadanos que estaban en la ciudad y participaban del poder de quienes no eran ciudadanos o, más importante aún, de quienes dejaron de contar como tales al rebajárseles su estatus, aun cuando continuaran residiendo en el territorio de la pólis. En efecto, según el Areopagítico de Isócrates (7.67), más de 5.000 atenienses fueron expulsados (enágkasan) de la ciudad, de modo que una parte importante de los excluidos de la ciudadanía tuvo efectivamente que reubicarse, debiendo buscar refugio en el Pireo, un movimiento poblacional de tal magnitud que para Diodoro Sículo (14.5.7) más de la mitad de los atenienses tuvo que marcharse de la ciudad. Jenofonte (Helénicas, 2.4.1) indica que muchos de los perseguidos, si bien en un primer momento trataron de refugiarse en el Pireo, debido a las detenciones tuvieron finalmente que exiliarse en Mégara y Tebas. Si el golpe de 411 tuvo el efecto de convertir en una especie de exiliados externos a los miles de atenienses que en el momento de la asonada se hallaban asentados en Samos, donde decidieron defender la vigencia de la democracia, el golpe de 404 dispuso por la fuerza la migración concreta de quienes se transformaron en una especie de exiliados dentro del propio territorio ateniense, o incluso fuera del Ática, al mismo tiempo que entraba en vigencia también un cambio en su condición política por el hecho de perder su estatus de ciudadanos plenos.

Al analizar el desplazamiento efectivo de los excluidos de la ciudadanía por parte de los Treinta tiranos, Krentz (1982, p. 82) afirma que los expulsados se transformaron en la práctica en una suerte de períoikoi en relación con los 3.000 que detentaban los plenos derechos políticos, quienes constituían una suerte de hómoioi al frente del gobierno de Atenas, esto es, una Esparta en tierra ática25. De esta manera, con el pretexto de confeccionar el catálogo de los 3.000 se expulsó de la ciudad a atenienses que allí residían, seguramente pobres muchos de ellos, cuya consecuencia simultánea fue una destitución de su condición política al perder el estatus ciudadano que hasta entonces detentaban.

De algún modo, se ponía en práctica así la posibilidad de tratar en forma similar, es decir, mediante represión, a todos los integrantes de los grupos que la élite oligárquica consideraba como naturalmente inferiores, remediando aquello de lo cual se quejaba el autor conocido como el Viejo Oligarca en el libelo atribuido a Jenofonte con el nombre de Constitución de los atenienses (1.10), quien señalaba que en Atenas, durante la vigencia de la democracia, no se les podía pegar a metecos y esclavos porque se los confundía con miembros del pueblo, puesto que no había distinción entre ellos ni por sus vestimentas ni por sus apariencias (cf. Paiaro & Requena, 2015; Gallego, 2021: 80-81). Si los que no estaban en el catálogo no podían entrar a la ciudad, incluso a pesar de tener propiedades y portar armas de las que fueron despojados, los que permanecieron en ella o bien estaban entre los 3.000 con plenos derechos o bien quedaron en los hechos confundidos con los no ciudadanos, rebajados de su estatus previo de ciudadanos, a quienes el Viejo Oligarca les apuntaba al hablar de la indistinción del pueblo respecto de esclavos y metecos. Como ha sugerido Canfora (1981), el objetivo del panfleto al sostener la existencia de esta indiferenciación era desautorizar el rol del pueblo dentro del régimen político; según el autor, esta es la intención que se percibe claramente durante el gobierno de los Treinta tiranos, precisamente mediante la imposición al pueblo de una situación asociable con la de los esclavos. El sustrato de esta idea se hallaría en la teoría de la igualdad humana como pretexto utilizado para poner en tela de juicio la condición del pueblo26, un experimento concreto que la oligarquía instaurada en 404 lograría llevar a cabo, aunque por un breve tiempo, en la medida en que el pueblo se vio expropiado de sus capacidades políticas.

La indiscriminación entre pueblo, metecos y esclavos propia de la mirada de un oligarca se vuelve la matriz de la discriminación: si antes no se podía distinguir a los integrantes del pueblo con el fin de castigar solo a los no ciudadanos, ahora no haría falta distinguirlos en la medida en que, al caer la protección que el derecho de ciudadanía significaba para los atenienses excluidos del catálogo de los 3.000, se les podía aplicar los mismos castigos que a los no ciudadanos. Así pues, en la práctica tanto los atenienses pobres de la ciudad, mezclados con esclavos y metecos, como los expulsados hacia el Pireo o el exterior, incluyendo muchos de rango hoplítico a quienes se les sustrajeron las armas y las riquezas, habían quedado excluidos de la ciudadanía. Podría decirse, entonces, que Atenas se había transformado en uno de los espacios de la dependencia para los degradados de la ciudadanía, quienes según la mirada y el accionar de la élite oligárquica habían quedado degradados de hecho a la condición característica de las diversas clases de sojuzgados y, en el límite, al estatus distintivo de la esclavitud.

Ahora bien, si en la ciudad la indistinción del pueblo respecto de metecos y esclavos se hacía a partir de rebajar al primero y contrastarlo con la pureza de los que conservaban los plenos derechos de ciudadanía y participación en el gobierno, en cambio, cuando los oligarcas perdieron el control del Pireo esta mezcla parece haberse constituido en el rasgo definitorio de la fuerza política de los demócratas que desde allí se lanzaron a la conquista del poder. En Helénicas (2.4.25), Jenofonte brinda la caracterización, oligárquica, de los demócratas del Pireo que se oponían a los oligarcas de la ciudad: “Éstos [los demócratas] eran ya muchos y de todas clases (polloì… kaì pantodapoí), se fabricaban armas, unos de madera, otros de mimbre y las blanqueaban. Antes de pasar diez días se dieron garantías de que los que lucharan con ellos, aunque fueran extranjeros, tendrían igualdad de impuestos. Y muchos hoplitas y muchos con armadura ligera hacían salidas; tenían también unos setenta de caballería, y hacían expediciones para forrajear, cogían leña y frutos de la estación y volvían a dormir en el Pireo”27.

Esta identificación de los del Pireo, en la que se articula la cantidad con la que se define a “los muchos” y la calidad de los mismos como procedentes “de todas las clases”, está lejos de ser una simple descripción neutra (cf. Loraux, 1997, p. 263). Si polloí designa usualmente al dêmos como multitud en contraste con la élite oligárquica, su combinación con pantodapoí no hace más que remarcar la condición plebeya de los del Pireo, no porque no hubiera hoplitas y caballeros entre la muchedumbre, sino porque la naturaleza de masa confusa viene a indicar el sentido peyorativo de la nominación. Pero, al mismo tiempo, esta multitud adviene subjetivamente como fuerza política insurgente (cf. Breaugh, 2007: 15-16) –que las miradas oligárquicas de las que solemos servirnos invocan en asociación con esclavos y extranjeros para denigrar su capacidad humana, vale decir, política–, incluso si este tipo de sublevación es el último de estos advenimientos revolucionarios que vemos acontecer en el resto de la historia de la Atenas clásica como pólis autogobernada.

El Pireo democrático es el espacio de la indistinción multitudinaria, según la mirada de Jenofonte, en oposición a la ciudad de Atenas propiamente dicha que ha devenido el espacio de la discriminación de una clase exclusivista. Así, la mezcolanza que el Viejo Oligarca veía en Atenas de manera general, es retomada por Jenofonte para dar cuenta de la situación del Pireo en el momento de la guerra civil. Este autor, pues, no prescinde del sentido peyorativo implícito en pantodapós, asignando al espacio del Pireo una característica que su antecesor oligarca empleaba para el conjunto de la Atenas democrática. La prueba de que este término pone de relieve la mezcla sin distinción ni jerarquía, así como la inferioridad que la condición servil impregna a todo el conjunto desde las miradas elitistas, aparece indicada en la Constitución de los atenienses (40.2) atribuida a Aristóteles, cuando se relatan los aciertos del ateniense Arquino, el mismo que propagandísticamente reducía a los demócratas sólo a la pureza ciudadana de la pequeña avanzada de los hombres dirigidos por Trasíbulo que habían tomado File, retornando desde Tebas: “Se considera que en esto Arquino dio muestras de buen gobierno, y, después, cuando propuso la acusación de ilegalidad contra el decreto de Trasíbulo, en el que hacía participar de la ciudadanía a todos los que habían vuelto (sygkatelthoûsi) con él del Pireo, algunos de los cuales eran manifiestamente esclavos”28. Este acto de volver desde el Pireo es un movimiento evidente de traslación más político que físico, pues implicaba el retorno a la democracia y la participación política plena para todos. Es interesante destacar que el verbo empleado sygkatérkhomai no sólo puede significar simplemente “volver” o “retornar”, sino más específicamente “regresar conjuntamente del exilio”, como en este caso. Desplazamiento, pues, en el lenguaje mismo de un texto destinado a alabar a Arquino y al propio pueblo ateniense por su moderación29: sólo los ciudadanos podían efectivamente retornar del exilio, pero no así los esclavos, que por definición estaban en una condición de exilio perpetuo.

Ahora bien, lo que se percibe es que, al igual que Atenas y el Ática y la isla de Samos en 411, la ciudad de Atenas y el Pireo se constituyeron en 404 en los referentes espaciales del conflicto entre oligarcas y demócratas. En efecto, durante la guerra civil ambos espacios aparecen como referencias identitarias de las facciones en pugna, en las que aglutinan sus fuerzas. Tanto en Jenofonte (Helénicas, 2.4) como en la aristotélica Constitución de los atenienses (37-40) las referencias a los espacios organizan la narración de los hechos, atribuyendo a los sujetos de las acciones realizadas en el combate las identidades locativas que en lo inmediato se derivan de la ocupación de los sitios que conquistan o en los que se refugian (cf. Wolpert, 2002, p. 15-24). Así, se percibe que la ciudad ocupada por los 3.000 es el espacio por excelencia de los oligarcas, mientras que el Pireo, una vez que los oligarcas perdieron el control del mismo, se constituyó en el ámbito definitorio de la fuerza política de los demócratas, desde donde se lanzaron a la conquista del poder.

Trazando un paralelo con la situación de 411, habría en esta ocasión una Atenas en la ciudad y otra Atenas en el Pireo, aunque en este caso la contradicción espacial no parece tan flagrante como en la contraposición de las dos Atenas, una en el Ática y otra en Samos. De todos modos, en ambos casos la configuración de identidades asociadas a los lugares ocupados no deja de lado el hecho de que el centro simbólico de poder y de reconocimiento político sigue organizándose en torno al ágora, la Pnix y los espacios asociados. Conservarlos bajo el poder logrado, o volver a ocuparlos será la tarea que asuman ambas facciones en el desarrollo de la stásis. Pero, en el medio de la división, por las migraciones y los exilios que el conflicto político indujo sobre importantes masas de atenienses, el lugar de Atenas pudo ser reivindicado allí donde se encontraban las dos partes en pugna.

Datos del autor

Profesor Titular Regular de Historia Antigua Clásica en la Universidad de Buenos Aires, donde también se desempeña como Director del Instituto de Historia Antigua y Medieval. Asimismo, es Investigador Principal del CONICET, con sede en el mencionado Instituto, y forma parte del Consejo de Dirección del PEFSCEA-Programa de Estudios sobre las Formas de Sociedad y las Configuraciones Estatales de la Antigüedad. Ha publicado, solo o en colaboración, seis libros como autor, quince libros como editor y más de un centenar de artículos y capítulos, entre los que cabe mencionar los volúmenes La democracia en tiempos de tragedia (2003),Campesinos en la ciudad (2005), El campesinado en la Grecia antigua (2009), El campesinado ático y el desarrollo de la democracia ateniense (2014; en colaboración con M. Valdés Guía), La pólis griega (2017) y La anarquía de la democracia (2018).

Referencias bibliográficas

Akrigg, B. (2019). Population and Economy in Classical Athens. Cambridge: Cambridge University Press.

Balot, R. K. (2001). Greed and Injustice in Classical Athens. Princeton: Princeton University Press.

Bearzot, C. (2009). La sovversione dell’ordine costituito nei discorsi degli oligarchici ateniesi. En G.-P. Urso (ed.), Ordine e sovversione nel mondo greco e romano. Atti del Convegno Internazionale, Cividale del Friuli, 25-27 settembre 2008 (pp. 69-86). Pisa: ETS.

Bearzot, C. (2013). Come si abbatte una democrazia. Tecniche di colpo di stato nell’Atene antica. Roma-Bari: Laterza.

Boegehold, A. L. (1990). Andokides and the Decree of Patrokleides. Historia: Zeitschrift für Alte Geschichte, 39(2), 149-162. http://www.jstor.org/stable/4436144.

Breaugh, M. (2007). L’expérience plébéienne. Une histoire discontinue de la liberté politique. Paris: Payot.

Brock, R. (1989). Athenian Oligarchs: The Numbers Game. Journal of Hellenic Studies, 109, 160-164. https://doi.org/10.2307/632041.

Brulé, P. (1999). La mortalité de guerre en Grèce classique: l’exemple d’Athènes de 490 à 322. En F. Prost (ed.), Armées et sociétés de la Grèce classique. Aspects sociaux et politiques de la guerre aux V. et IV. s. av. J.-C (pp. 51-68). Paris: Errance.

Brunt, P.A. (1996). Athenian Settlements Abroad in the Fifth Century B.C. En E. Badian (ed.), Ancient Society and Institutions: Studies Presented to Victor Ehrenberg on His 75thBirthday (pp. 71-92). Oxford: Basil Blackwell.

Brunt, P.A. (1993). Studies in Greek History and Thought. Oxford: Clarendon Press.

Caire, E. (2016). Penser l’oligarchie à Athènes aux V. et IV. siècles. Aspects d’une idéologie. Paris: Les Belles Lettres.

Canfora, L. (1981). Lavoro libero e lavoro servile nell’Athenaion Politeia anonima. Klio: Beiträge zur Alten Geschichte, 63, 141-148. https://doi.org/10.1524/klio.1981.63.12.141.

Canfora, L. (2013a). Il mondo di Atene [2011]. 2. ed. Roma-Bari: Laterza.

Canfora, L. (2013b). Storia della letteratura greca [1986]. 2ª ed. Roma-Bari: Laterza.

Cargill, J. (1995). Athenian Settlements of the Fourth Century B.C. Leiden: Brill.

Cartledge, P. (1987). Agesilaos and the Crisis of Sparta. London: Duckworth.

Cartledge, P. (1999). The Socratics’ Sparta and Rousseau’s. En S. Hodkinson & A. Powell (eds.), Sparta: New Perspectives (pp. 311-337). Swansea: Classical Press of Wales.

Cohen, D. (1995). Law, Violence, and Community in Classical Athens. Cambridge: Cambridge University Press.

Coraza de los Santos, E. (2020). ¿De qué hablamos cuando nos referimos a las movilidades forzadas? Una reflexión desde la realidad latinoamericana. Estudios Políticos: Revista, 57, 128-148. https://revistas.udea.edu.co/index.php/estudiospoliticos/article/view/338902/20802279.

Dover, K. (1993). Aristophanes: Frogs (ed., intr. y com.). Oxford: Clarendon Press.

Figueira, T. J. (1991). Athens and Aigina in the Age of Imperial Colonization. Baltimore: Johns Hopkins University Press.

Figueira, T. J. (2008). Colonisation in the Classical Period. En G. R. Tsetskhladze (ed.), Greek Colonisation: An Account of Greek Colonies and Other Settlements (pp. 427-523). Leiden: Brill, vol. II.

Galeote, M. (2017). Desplazamiento, emigración, exilio. Transatlantic Studies Network: Revista de Estudios Internacionales, 2(4), 31-38. https://dialnet.unirioja.es/descarga/articulo/6882113.pdf.

Gallego, J. (2005/6). Aristotle, Slavery, and Humanity in Classical Greece. Boletim do Centro de Pensamento Antigo: Revista de Estudos Filosóficos e Históricos da Antigüidade, 20/21, 107-129.

Gallego, J. (2007). Katà nómon doûlos y la idea de hombre en la Grecia clásica. En A. Serghidou (ed.), Peur de l’esclave, peur de l’esclavage en Méditerranée ancienne. XXIX Colloque du GIREA (pp.75-88). Besançon: Presses Universitaires de Franche-Comté.

Gallego, J. (2008). Convirtiéndose en griego. La liberación de los mesenios. En A. Gonzalès (ed.), La fin du statut servile? Affranchissement, libération, abolition. Hommage à Jacques Annequin. XXX Colloque du GIREA, vol. II, (pp. 409-417). Besançon: Presses Universitaires de Franche-Comté.

Gallego, J. (2009). El envés de un agotamiento político. Epifanías de Dioniso en el teatro ateniense de fines del siglo V. En M. Campagno, J. Gallego & C. G. García Mac Gaw (eds.), Política y religión en el Mediterráneo Antiguo. Egipto, Grecia, Roma (pp. 257-272). Buenos Aires: Miño y Dávila.

Gallego, J. (2012). La liberación del dêmos, la memoria silenciada. Atenas, de la violencia oligárquica a la amnistía democrática. Anales de Historia Antigua, Medieval y Moderna, 44, 11-31.

Gallego, J. (2015a). La desubjetivación del dêmos: pérdida del coraje político y olvido del acontecimiento democrático. Phoînix: Laboratório de História Antiga, 21(2), 59-84. https://doi.org/10.26770/phoinixv21.2.n.4.

Gallego, J. (2015b). La expulsión del dêmos del espacio político y las nuevas formas de dependencia en la Atenas de finales del siglo V a.C. En A. Beltrán, I. Sastre & M. Valdés (eds.), Los espacios de la esclavitud y la dependencia desde la Antigüedad. Homenaje a Domingo Plácido. XXXV Coloquio del GIREA (pp. 171-182). Besançon: Presses Universitaires de Franche-Comté.

Gallego, J. (2016a). De la democracia a la oligarquía y de la oligarquía a la democracia, una y otra vez: Atenas, 411-403 a.C. En M. Campagno, J. Gallego & C.G. García Mac Gaw (eds.), Regímenes políticos en el Mediterráneo Antiguo (pp. 153-165). Buenos Aires: Miño y Dávila.

Gallego, J. (2016b). El campesinado y la distribución de la tierra en la Atenas del siglo IV a.C. Gerión: Revista de Historia Antigua, 34(1), 43-75. http://dx.doi.org/10.5209/rev_GERI.2016.v34.53735

Gallego, J. (2017). Riqueza y desigualdad en la Atenas del siglo IV a.C. En M. Campagno, J. Gallego & C. G. García Mac Gaw (eds.), Capital, deuda y desigualdad. Distribuciones de la riqueza en el Mediterráneo Antiguo (pp. 79-101). Buenos Aires: Miño y Dávila.

Gallego, J. (2018a). Filolaconismo y política oligárquica en Atenas a finales del siglo V a.C. Habis: Filología Clásica, Historia Antigua, Arqueología Clásica, 49, 43-63. http://dx.doi.org/10.12795/Habis.2018.i49.03.

Gallego, J. (2018b). Los labradores del Ática durante el siglo IV y la crisis del ideal del campesino-ciudadano. En J. Pascual, B. Antela-Bernárdez & D. Gómez-Castro (eds.), Cambio y pervivencia. El mundo griego en el siglo IV a.C (pp. 41-53). Madrid: Universidad Autónoma de Madrid.

Gallego, J. (2020). Entre le courage et la peur: politisation et dépolitisation du peuple athénien. Archimède: Archéologie et Histoire Ancienne, 7, 304-316. https://doi.org/10.47245/archimede.0007.var.02.

Gallego, J. (2021). Moda elitista e indiferenciación democrática en la Atenas de finales del siglo V a.C. En H. Beck, J. Gallego, C. G. García Mac Gaw & F. Pina Polo (eds.), Encuentros con las élites del Mediterráneo Antiguo. Liderazgo, estilos de vida, legitimidad (pp. 73-90). Buenos Aires: Miño y Dávila.

Gallego, J. & Valdés Guía, M. (2014). El campesinado ático y el desarrollo de la democracia ateniense. Buenos Aires: Miño y Dávila.

García Valdés, M. (1984). Aristóteles. Constitución de los atenienses – Pseudo-Aristóteles. Económicos (intr., trad. y notas). Madrid: Gredos.

Gauthier, P. (1966). Les clérouques des Lesbos et la colonisation athénienne au Ve. siècle. Revue des Études Grecques, 79, 64-88. https://doi.org/10.3406/reg.1966.3859

Gauthier, P. (1973). A propos des clérouquies athéniennes du Ve. siècle. En M. I. Finley (ed.), Problèmes de la terre en Grèce ancienne (pp. 163-178). Paris-La Haye: Mouton.

Gómez-Castro, D. (2019). Ancient Greek Mercenaries: Facts, Theories and New Perspectives. War & Society, 38(1), 2-18. https://doi.org/10.1080/07292473.2019.1524341

Guinsberg, E. (2005). Migraciones, exilios y traumas síquicos. Política y Cultura, 23, 161-180. http://www.scielo.org.mx/pdf/polcul/n23/n23a10.pdf

Guntiñas Tuñón, O. (1977). Jenofonte. Helénicas (intr., trad. y notas). Madrid: Gredos.

Hansen, M. H. (1981). The Number of Athenian Hoplites in 431 B.C. Symbolae Osloenses: Norwegian Journal of Greek and Latin Studies, 56, 19-32. https://doi.org/10.1080/00397678108590746

Hansen, M.H. (1982). Demographic Reflections on the Number of Athenian Citizens 451-309 B.C. American Journal of Ancient History, 7, 172-189. https://doi.org/10.31826/9781463237486-005.

Hansen, M.H. (1986). Demography and Democracy: The Number of Athenian Citizens in the Fourth Century B.C. Herning: Forlaget Systime.

Hansen, M. H. (1988). Three Studies in Athenian Demography. Copenhagen: Det Kongelige Danske Videnskabernes Selskab.

Hansen, M. H. (1991). The Athenian Democracy in the Age of Demosthenes: Structure, Principles, and Ideology. Oxford: Basil Blackwell.

Hanson, V. D. (1995): The Other Greeks: The Family Farm and the Agrarian Roots of Western Civilization. New York: Free Press.

Herman, G. (2006). Morality and Behaviour in Democratic Athens: A Social History. Cambridge: Cambridge University Press.

Hodkinson, S. (1994). ‘Blind Ploutos’? Contemporary Images of the Role of Wealth in Classical Sparta. En A. Powell & S. Hodkinson (eds.), The Shadow of Sparta (pp. 183-222). Swansea: Classical Press of Wales.

Hodkinson, S. (2005). The Imaginary Spartan Politeia. En M. H. Hansen (ed.), The Imaginary Polis (pp. 222-281). Copenhagen: Det Kongelige Danske Videnskabernes Selskab.

Jones, A. H. M. (1957). Athenian Democracy. Oxford: Basil Blackwell.

Jones, H. S. & Powell, J. E. (1942). Thucydidis: Historiae (ed.). 2a. ed. Oxford: Clarendon Press, 2 vols.

Kenyon, F. G. (1920). Aristotelis: Atheniensium Respublica (ed.). Oxford: Clarendon Press.

Krentz, P. (1982). The Thrity at Athens. Ithaca: Cornell University Press.

Krentz, P. (1989/95). Xenophon: Hellenika I-IV.2.8 (ed., intr., trad. y com.). Oxford: Aris & Phillips, 2 vols.

Lang, M. L. (1996). Alcibiades vs. Phrynichus. Classical Quarterly, 46(1), 289-295. https://doi.org/10.1093/cq/46.1.289.

Lastra, M. S. & Coraza de los Santos, E. (2020). Introducción. En M. S. Lastra & E. Coraza de los Santos (eds.), Miradas a las migraciones, las fronteras y los exilios (pp.11-20). Buenos Aires: Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales.

Lévy, E. (1976). Athènes devant la défaite de 404. Histoire d’une crise idéologique. Paris: Boccard.

Loraux, N. (1987). Notes sur l’un, le deux et le multiple. En M. Abensour (ed.), L’esprit des lois sauvages. Pierre Clastres ou une nouvelle anthropologie politique (pp. 155-171). Paris: Seuil.

Loraux, N. (1994). La cité grecque pense l’Un et le Deux. En M.-M. Mactoux & E. Gény (eds.), Mélanges Pierre Lévêque, 8. Religion, anthropologie et société (pp. 275-291). Besançon: Presses Universitaires de Franche-Comté.

Loraux, N. (1997). La cité divisée. L’oubli dans la memoire d’Athènes. Paris: Payot.

Macía Aparicio, L. M. (2007). Aristófanes. Comedias III: Lisístrata, Tesmoforiantes, Ranas, Asambleístas, Pluto (intr., trad. y notas). Madrid: Gredos.

Martín Martínez, M. (2017). Exilio, migración, asilo y desplazamientos forzados: el sempiterno desafío en la agenda transatlántica. Transatlantic Studies Network: Revista de Estudios Internacionales, 2(4), 25-28. https://dialnet.unirioja.es/descarga/articulo/6882112.pdf

McDevitt, A. S. (1970). Andocides 1.78 and the Decree of Patrocleides. Hermes: Zeitschrift für klassische Philologie, 98(4), 503-505. http://www.jstor.org/stable/4475660

Moreno, A. (2009). ‘The Attic Neighbour’: The Cleruchy in the Athenian Empire. En J. Ma, N. Papazarkadas & R. Parker (eds.), Interpreting the Athenian Empire (pp. 211-221). London: Duckworth.

Munn, M. (2000). The School of History: Athens in the Age of Socrates. Berkeley: University of California Press.

Németh, G. (2005). The Victims of the Thirty Tyrants. En U. Bultrighini (ed.), Democrazia e antidemocrazia nel mondo Greco. Atti del Convegno Internazionale di Studi, Chieti, 9-11 aprile 2003 (pp. 177-187). Alessandria: Dell’Orso.

Paiaro, D. (2012a). Ándres gàr pólis. Algunas reflexiones acerca de los debates recientes en torno a la estatalidad de la ciudad griega antigua a la luz del caso ateniense. En E. Dell’Elicine, H. R. Francisco, P. Miceli & A. Morin (eds.), Pensar el Estado en las sociedades precapitalistas. Pertenencia, límites y condiciones del concepto de Estado (pp. 51-77). Los Polvorines: Universidad Nacional de General Sarmiento.

Paiaro, D. (2012b). Defendiendo la libertad del dêmos. Control popular y ostracismo en la democracia ateniense. Anales de Historia Antigua, Medieval y Moderna, 44, 33-62.

Paiaro, D. & Requena, M. J. (2015). ‘Muchas veces pegarías a un ateniense creyendo que era un esclavo…’ (PS-X, 1,10): espacios democráticos y relaciones de dependencia en la Atenas Clásica. En A. Beltrán, I. Sastre & M. Valdés (eds.), Los espacios de la esclavitud y la dependencia desde la Antigüedad. Homenaje a Domingo Placido. XXXV Coloquio del GIREA (pp.153-170). Besançon: Presses Universitaires de Franche-Comté.

Plácido, D. (2008). La théorie de l’égalité des êtres humains et l’évolution des formes de dépendance. En A. Gonzalès (ed.), La fin du statut servile? Affranchissement, libération, abolition. Hommage à Jacques Annequin. XXX Colloque du GIREA, vol. II (pp.467-473). Besançon: Presses Universitaires de Franche-Comté.

Price, J. J. (2004). Thucydides and Internal War. Cambridge: Cambridge University Press.

Rhodes, P. J. (1981). A Commentary on the Aristotelian Athenaion Politeia. Oxford: Clarendon Press.

Rhodes, P. J. (1988). Thucydides: History II (ed., intr., trad. y com.). Warminster: Aris & Phillips.

Rhodes, P. J. (2006). Thucydides and Athenian History. En A. Rengakos & A. Tsakmakis (eds.), Brill’s Companion to Thucydides (pp. 523-546). Leiden: Brill.

Roscalla, F. (2005). Biaios didaskalos. Rappresentazioni della crisi di Atene della fine V secolo. Pisa: ETS.

Ruiz de Santiago, J. (2010). Movimientos migratorios y movimientos forzados de personas en el Mundo Contemporáneo. Revista do Instituto Brasileiro de Direitos Humanos, 10, 121-148. http://revista.ibdh.org.br/index.php/ibdh/article/view/162/163

Salomon, N. (1997). Le cleruchie di Atene. Caratteri e funzione. Pisa: ETS.

Sancho Rocher, L. (2007). Athenaion Politeia 34, 3, about Oligarchs, Democrats and Moderates in the Late Fifth Century B.C. Polis: The Journal of the Society for the Study of Greek Political Thought, 24(2), 298-327. https://doi.org/10.1163/20512996-90000119.

Sancho Rocher, L. (2016a). Sociología de la stásis, I. El dêmos y los oligarcas en 411 a.C. Athenaeum: Studi di Letteratura e Storia dell’Antichità, 104(1), 5-30.

Sancho Rocher, L. (2016b). Sociología de la stásis, II. El soporte social de los Treinta y el del dêmos en 404/3 a.C. Athenaeum: Studi di Letteratura e Storia dell’Antichità, 104(2), 373-396.

Sekunda, N. V. (1992). Athenian Demography and Military Strength 338-322 B.C. Annual of the British School at Athens, 87, 311-355. https://doi.org/10.1017/S0068245400015203.

Shear, J. (2011). Polis and Revolution: Responding to Oligarchy in Classical Athens. Cambridge: Cambridge University Press.

Stem, R. (2003). The Thirty at Athens in the Summer of 404. Phoenix: Classical Association of Canada, 57(1/2), 18-34. https://doi.org/10.2307/3648486.

Strauss, B. S. (1986). Athens after the Peloponnesian War: Class, Faction and Policy, 403-386 B.C. London-Sydney: Croom Helm.

Taylor, M. (2010). Thucydides, Pericles, and the Idea of Athens in the Peloponnesian War. Cambridge: Cambridge University Press.

Thomsen, R. (1964). Eisphora: A Study of Direct Taxation in Ancient Athens. Copenhagen: Gyldendal.

Torres Esbarranch, J. J. (1990-92). Tucídides. Historia de la guerra del Peloponeso (trad. y notas; intr. J. Calonge Ruiz). Madrid: Gredos, 4 vols.

Van Wees, H. (2006). Mass and Elite in Solon’s Athens: The Property Classes Revisited. En J. H. Blok & A. P. M. H. Lardinois, (eds.), Solon of Athens: New Historical and Philological Approaches (pp. 351-389). Leiden: Brill.

Whitehead, D. (1982/83). Sparta and the Thirty Tyrants. Ancient Society, 13/14, 105-130. https://www.jstor.org/stable/44080146

Wolpert, A. (2002). Remembering Defeat: Civil War and Civic Memory in Ancient Athens. Baltimore: Johns Hopkins University Press.

Wolpert, A. (2006). The Violence of the Thirty Tyrants. En S. Lewis (ed.), Ancient Tyranny (pp.213-223). Edinburgh: Edinburgh University Press.

Notas

1 Varias de estas situaciones sociopolíticas vigentes en la Atenas arcaica presoloniana se analizan en detalle en Gallego & Valdés Guía (2014, p. 69-106).
2 Sobre las cleruquías y colonias fundadas por los atenienses y las inferencias poblacionales que se pueden realizar a partir de las mismas, ver Brunt (1966), (1993, p. 112-136); Gauthier (1966); (1973); Hansen (1986, p. 70-72); Figueira (1991, 129-250); (2008); Cargill (1995); Salomon (1997); Moreno (2009).
3 Respecto del número de mercenarios atenienses, emigrados temporalmente de Atenas, ver Hansen (1982, p. 180-182); (1986, p. 8 y n. 5); cf. Sekunda (1992) y, en especial, Gómez-Castro (2019).
4 Para una aproximación a esta situación, ver Gallego (2016b, p. 47-50), con análisis de la documentación y la bibliografía; asimismo, cf. Gallego (2017); (2018b).
5 Estos movimientos poblacionales provocaron, a su vez, otros, por el desplazamiento de las poblaciones nativas, que en algunos casos lograron retornar más tarde, o lisa y llanamente por la esclavización de las mismas, o muchas veces su eliminación.
6 De la ingente literatura disponible sobre el tema, ver al respecto: Guinsberg (2005); Ruiz de Santiago (2010); Galeote (2017); Martín Martínez (2017); Coraza de los Santos (2020); Lastra & Coraza de los Santos (2020).
7 Diferentes aspectos políticos, ideológicos y contextuales se han analizado en una serie de estudios dedicados a la problemática de los golpes oligárquicos en la Atenas de finales del siglo V a.C.: Gallego (2012); (2015a); (2015b); (2016 a); (2018a); (2021). Además de los trabajos citados en estos artículos, dentro de la ingente cantidad de abordajes sobre estos temas, ver las siguientes obras, que han sido de gran utilidad para el establecimiento de la perspectiva sostenida: Munn (2000, p. 93-244); Balot (2001, p. 179-233); Sancho Rocher (2007; 2016a; 2016b); Bearzot (2009; 2013); Shear (2011); Canfora (2013b, p. 252-258, 394-397).
8 Acerca de los 5.000 como los integrantes de esta clase ociosa ateniense, ver Van Wees (2006, p. 374) y la discusión sobre su interpretación planteada en Gallego & Valdés Guía (2014, p. 159-162).
9 Sobre las concepciones del uno y el dos en la Grecia antigua, en relación con la stásis como parte constitutiva o connatural de la política de la pólis griega, en la que la situación ateniense resulta un factor primordial para el pensamiento desplegado, ver las agudas reflexiones de Loraux (1987); (1994).
10 ἐς φιλονικίαν τε καθέστασαν τὸν χρόνον τοῦτον οἱ μὲν τὴν πόλιν ἀναγκάζοντες δημοκρατεῖσθαι, οἱ δὲ τὸ στρατόπεδον ὀλιγαρχεῖσθαι. (Se utiliza la traducción de Tucídides de Torres Esbarranch, 1990/92; el texto griego se cita según la edición de Jones & Powell, 1942).
11 Para diferentes cálculos de la población ciudadana ateniense: Jones (1957, p. 8-9), unos 30.000 ciudadanos en 480 y unos 40.000 en 431, en ambos casos sumando a hoplitas y thêtes; según Thomsen (1964, p. 162-166), pudo haber alrededor de 22.000 hoplitas y entre 15.000 y 20.000 thêtes en los inicios de la Guerra del Peloponeso; en varios trabajos dedicados al problema de la demografía ateniense, Hansen (1981); (1988), estima unos 60.000 ciudadanos varones adultos en 431; para el siglo IV, el autor calcula que habría en torno a 30.000 atenienses adultos, lo que significa unas 100.000 personas con mujeres y niños, más los metecos, unos 10.000 (adultos varones) y esclavos 150.000 (adultos varones); Hansen (1982); (1986, p. 26-64); (1991, p. 93-94); para Rhodes (1988, p. 275), la población ciudadana en 431 era de entre 45.000 y 60.000. Recientemente, Akrigg (2019, p. 38-88, 139-170) ha reconsiderado los análisis previos, en particular los de Hansen, estimando la existencia de unos 30.000 ciudadanos en 480, que ascienden a 60.000 o más hacia la época de los inicios de la Guerra del Peloponeso, y que vuelve a situarse en torno a 30.000 durante el siglo IV.
12 Al respecto, se debe sopesar la mortalidad causada por la guerra y cómo pudo afectar de modo diferente a hoplitas y thêtes; cf. Strauss (1986, p. 70-86, 179-182); Hansen (1988, p. 14-28); Hanson (1995, p. 306-312, 365-390); Brulé (1999); Akrigg (2019, p. 160-168).
13 Tucídides (8.53-54, 63-69) describe esta situación, con una notable precisión en cuanto a las condiciones subjetivas del pueblo en Atenas marcadas por la quietud y el miedo; cf. Gallego (2020, p. 312-314).
14 καὶ δι᾽ ἑαυτοὺς δὲ ἐν τῇ Σάμῳ προκαθημένους καὶ πρότερον αὐτοὺς κρατεῖν τοῦ ἐς τὸν Πειραιᾶ ἔσπλου, καὶ νῦν ἐς τοιοῦτον καταστήσονται μὴ βουλομένων σφίσι πάλιν τὴν πολιτείαν ἀποδοῦναι, ὥστε αὐτοὶ δυνατώτεροι εἶναι εἴργειν ἐκείνους τῆς θαλάσσης ἢ ὑπ᾽ ἐκείνων εἴργεσθαι.
15 “After the fleet on Samos returned to democracy, there were two rival groups of Athenians, the democrats on Samos and the oligarchs in Athens, and two rival Athenses ‒the traditional city in Attica and the city on Samos‒ each of which claimed to be the true city”.
16 Sobre la identidad de una polis a partir de la conservación de la politeía, con un análisis de las reflexiones de Aristóteles en el libro III de la Política y las consecuencias que pueden extraerse, cf. Gallego (2016a).
17 ἀλλὰ καὶ ἐν τούτοις τοὺς μὲν ἡμαρτηκέναι τοὺς πατρίους νόμους καταλύσαντας, αὐτοὶ δὲ σῴζειν καὶ ἐκείνους πειράσεσθαι προσαναγκάζειν, ὥστε οὐδὲ τούτους, οἵπερ ἂν βουλεύοιέν τι χρηστόν, παρὰ σφίσι χείρους εἶναι.
18 Respecto de Ranas, su parodia de la figura de Dioniso ‒en franca alusión a la representación que se hacía del dios en Bacantes de Eurípides, exhibida poco antes‒ y el carácter de reflexión metateatral que, según la crítica actual, asume la comedia con respecto al teatro ático, ver Gallego (2009).
19 πρῶτον οὖν ἡμῖν δοκεῖ / ἐξισῶσαι τοὺς πολίτας κἀφελεῖν τὰ δείματα. / κεἴ τις ἥμαρτε σφαλείς τι Φρυνίχου παλαίσμασιν, / ἐγγενέσθαι φημὶ χρῆναι τοῖς ὀλισθοῦσιν τότε / αἰτίαν ἐκθεῖσι λῦσαι τὰς πρότερον ἁμαρτίας. / εἶτ᾽ ἄτιμόν φημι χρῆναι μηδέν᾽ εἶν᾽ ἐν τῇ πόλει. (Se utiliza la traducción de Ranas de Aristófanes de Macía Aparicio, 2007; el texto griego se cita según la edición de Dover, 1993).
20 Sobre el decreto referido por Andócides, ver Mc Devitt (1970); Lévy (1976, p. 212-220); Boegehold (1990)
21 En cuanto a la figura de Frínico y su papel en el golpe oligárquico de 411, ver Lang (1996); Price (2004, p. 246-248); Rhodes (2006, p. 544-545).
22 ἔδοξε τῷ δήμῳ τριάκοντα ἄνδρας ἑλέσθαι, οἳ τοὺς πατρίους νόμους συγγράψουσι, καθ᾽ οὓς πολιτεύσουσι. (Se emplea la traducción de Helénicas de Jenofonte de Guntiñas Tuñón, 1977; el texto griego se cita según la edición de Krentz, 1989/95).
23 Sobre la violencia tras el golpe oligárquico de 404, cf. Cohen (1995, p. 52-53); Roscalla (2005, p. 15-21); y, en especial, los estudios dedicados específicamente al tema por Németh (2005); Wolpert (2006). El terror instaurado por los Treinta tiranos no supuso un aparato coercitivo diferente o más desarrollado que el de la democracia sino uno cuya estructura era prácticamente la misma, pero sustituyendo a los hoplitas atenienses por el apoyo militar de los espartanos; al respecto, ver Herman (2006, p. 242-245).
24 Aunque con una narración distinta de la secuencia, de todos modos, este punto también es indicado en la aristotélica Constitución de los atenienses (36).
25 Respecto de las transformaciones operadas en la sociedad y las instituciones atenienses durante el gobierno de los Treinta, ver Krentz (1982, p. 63-68); Whitehead (1982/83, p. 119-124); Cartledge (1987, p. 282); (1999, p. 317); Brock (1989, p. 163 y nn. 31-32); Hodkinson (1994, p. 189-190); (2005, p. 266-267); Stem (2003); Canfora (2013, p. 341-352); Caire (2016, p. 103-124, 241-247).
26 Sobre la teoría de la igualdad humana como mecanismo de justificación de las formas de esclavización, ver Plácido (2008, p. 470-472); cf. Gallego (2005/6, p. 114-116); (2007, p. 79-80); (2008, p. 411-412).
27 οἱ δὲ πολλοί τε ἤδη ὄντες καὶ παντοδαποί, ὅπλα ἐποιοῦντο, οἱ μὲν ξύλινα, οἱ δὲ οἰσύινα, καὶ ταῦτα ἐλευκοῦντο. πρὶν δὲ ἡμέρας δέκα γενέσθαι, πιστὰ δόντες, οἵτινες συμπολεμήσειαν, καὶ εἰ ξένοι εἶεν, ἰσοτέλειαν ἔσεσθαι, ἐξῇσαν πολλοὶ μὲν ὁπλῖται, πολλοὶ δὲ γυμνῆτες· ἐγένοντο δὲ αὐτοῖς καὶ ἱππεῖς ὡσεὶ ἑβδομήκοντα· προνομὰς δὲ ποιούμενοι, καὶ λαμβάνοντες ξύλα καὶ ὀπώραν, ἐκάθευδον πάλιν ἐν Πειραιεῖ.
28 καὶ δοκεῖ τοῦτό τε πολιτεύσασθαι καλῶς Ἀρχῖνος, καὶ μετὰ ταῦτα γραψάμενος τὸ ψήφισμα τὸ Θρασυβούλου παρανόμων, ἐν ᾧ μετεδίδου τῆς πολιτείας πᾶσι τοῖς ἐκ Πειραιέως συγκατελθοῦσι, ὧν ἔνιοι φανερῶς ἦσαν δοῦλοι… (Se emplea la traducción de Constitución de los atenienses, atribuida a Aristóteles, de García Valdés, 1984; el texto griego se cita según la edición de Kenyon, 1920).
29 Hasta tal punto que en el texto aristotélico se hace especial hincapié en el hecho de que los de la ciudad y los del Pireo terminaron pagando en conjunto la deuda contraída por los Treinta con los lacedemonios, cuando los acuerdos previos indicaban que cada parte se haría cargo por separado, “pensando que en esto debía comenzar la concordia (homonoías)” (Constitución de los atenienses, 40.3). En este contexto, no se debe perder de vista la amnistía dictada en el año 403 a.C., tras el final de la guerra civil; cf. Loraux (1997, p. 11-40, 146-172, 255-277); Wolpert (2002, p. 75-99).

Recepción: 16 Agosto 2021

Aprobación: 07 Marzo 2022

Publicación: 02 Mayo 2022

ediciones_fahce
Ediciones de la FaHCE utiliza Amelica Marcador XML, herramienta desarrollada con tecnología XML-JATS4R por Redalyc. Proyecto académico sin fines de lucro desarrollado bajo la iniciativa Open Access