RESEÑAS/ REVIEWS
Juan Manuel Gerardi
Universidad
Nacional de Mar del Plata. Facultad de Humanidades. Centro de
Estudios Históricos;
Consejo Nacional de Investigaciones
Científicas y Técnicas (Argentina)
jgerardi@mdp.edu.ar
Cita sugerida: Gerardi, J. M. (2014). [Revisión del libro Sesenta Millones de Romanos. La cultura del pueblo en la Antigua Roma, por. J. Toner]. Sociedades Precapitalistas, 4(1). Recuperado a partir de http://www.sociedadesprecapitalistas.fahce.unlp.edu.ar/article/view/SPv04n01a06
Jerry Toner, director de estudios clásicos en el Hughes Hall College de la Universidad de Cambridge, en Sesenta millones de romanos… estudia y caracteriza la cultura popular como un conjunto de estrategias empleadas por el pueblo romano para enfrentar los desafíos de la vida cotidiana. El enfoque del autor, en el campo de la historia social, tiene una extensa trayectoria que refleja, en las páginas de este libro, la influencia de los historiadores marxistas británicos, bajo cuyo impulso se desarrolló la historia desde abajo en la segunda mitad del siglo pasado. Se trata de una investigación consistente que supera con creces el género ensayístico signado por el mero resarcimiento histórico, en el que recayó el análisis de las expresiones culturales de las clases bajas.
Toner propone pensar a la cultura popular como un cuerpo activo de ideas y costumbres capaces de resistir, transformar y manipular a la cultura de la élite, con la que mantiene vínculos de interdependencia e influencia recíproca. Por ello, aborda el problema de un fenómeno complejo, y no siempre bien documentado, desde diversas perspectivas que comprenden vías de análisis complementarias. De esta forma, combina las contribuciones de los manuales modernos de administración de riesgos, los aportes de la antropología cultural y la historia de los sentidos, junto con una línea de investigación de notable actualidad, que N. Purcell define como ‘’informal politics of the Roman ‘mob’’’1.
El historiador acude a fuentes tradicionales (textos literarios, artefactos, códigos jurídicos, inscripciones funerarias y grafitis) y otras menos convencionales, utilizadas comúnmente para analizar aspectos de la vida religiosa, como por ejemplo: oráculos, hechizos mágicos y maldiciones. Rechaza la idea de folclore ya que el concepto presupone un conjunto de saberes y conocimientos compartidos por la comunidad de modo unánime, que niegan la potencialidad del conflicto y los posibles puntos de tensión.
El libro se compone de cinco capítulos, precedidos por una introducción en la que se precisan los elementos de la cultura popular, y concluye con una aproximación a la cultura cristiana, que según el autor redefine el modelo romano de sociedad en los límites temporales del período que aborda, 100 a.C. hasta el 500 d.C. La primera cuestión que destaca Toner es la vaguedad que caracteriza el vocabulario que remite al mundo popular, tanto por la imprecisión que implica pensar los conceptos de modo estático como por el tono denodadamente hostil que encubren algunas de las principales referencias al tema en la documentación. Inspirado en la obra de Peter Burke2, plantea una categoría de amplitud delimitada sólo por ciertas exclusiones explícitas de grupos sociales particulares, como por ejemplo: el ejército. En consecuencia, emplea el concepto de no élite para referirse a la multitud, eludiendo el término latino plebs con el cual los contemporáneos se referían a los sectores más bajos de la población. Este es uno de los aportes del trabajo, a nuestro juicio, más cuestionables dado que resuelve la cuestión prescindiendo del debate sobre las categorías que podrían otorgarle mayor precisión al análisis.
Toner propone como presupuesto explicativo, en el primer capítulo, que la cultura de la no élite adoptaba la forma de un conocimiento práctico que se expresaba en acciones y actitudes, convalidadas socialmente por la autoridad de la tradición. Se trataba de técnicas tradicionales que aprendían desde la niñez e implicaban un alto grado de creatividad. Su experiencia de vida se encontraba inmersa en un juego de suma cero en el que era necesario contrarrestar las pérdidas acudiendo al saber que proporcionaban proverbios, fábulas y oráculos, o la acción de magos y sacerdotes. En este punto, una cuestión interesante del trabajo es la aplicación del concepto de economía moral de Thompson para comprender las relaciones económicas que entablaban con la élite y lo que esperaba obtener de ese tipo de vínculos. El autor sostiene que la no élite tenía un criterio delimitado de lo justo que generalmente correspondía a una concepción tradicional de reciprocidad social3.
En el segundo capítulo, evalúa en qué medida los aportes de las investigaciones modernas sobre salud mental pueden contribuir a comprender los trastornos de conducta de la no élite romana. Toner señala que en el mundo romano existía una diversidad de factores estresantes que ponían a prueba la complexión psíquica del individuo. El autor realiza una distinción cuestionable entre, por un lado, el discurso basado en la literatura médica de autores como Galeno, que atribuían las alteraciones físicas a un desequilibro de los humores, y por el otro, las nociones populares sobre la enfermedad, dominadas por la idea de la posesión del cuerpo por una potencia sobrenatural. Si bien es cierto que ambas concepciones implicaban diversas maneras de abordar la cuestión, a diferencia del autor, consideramos que podía tratarse de creencias que no eran mutuamente excluyentes4. De otra manera, no podría comprenderse el hecho señalado por Toner de que la no élite utilizaba activamente esas ideas en su favor para eludir las consecuencias derivadas de la opresión social.
En este sentido, en el capítulo tres, analiza los mecanismos a través de los cuales el pueblo era capaz de proponer un mundo alternativo, caracterizado por lo que Bajtín denominó el espíritu del carnaval5. En la práctica, determinadas celebraciones como las Saturnales, permitían la expresión de opiniones amparadas en el humor que podían reflejar el descontento, al tiempo que reforzaban la autoridad señalando la excepcionalidad de las conductas admitidas durante el festejo. Estos espacios que fortalecían la unidad de la comunidad, contrastaban con una esfera de sociabilidad que señalaba la diferencia en el ámbito de la taberna y los colegios profesionales.
El capítulo siguiente se ocupa de las formas de percepción sensorial, una de las temáticas más originales de la investigación. El gusto, el tacto, el olfato, la vista y la audición eran concebidos por los romanos como agentes que intervenían en el cuerpo del individuo e incluso lo podían afectar de diversas maneras. Las experiencias sensoriales determinaban el modo en que las personas conocían el mundo, y señalaban el lugar que ocupaban en la sociedad.
En el capítulo cinco, Toner precisa una amplia gama de actos y gestos que constituyen una modalidad específica de la política popular en el mundo romano. Tomando como referencia los estudios realizados por Scott sobre el campesinado asiático6, el autor sostiene que la hostilidad se manifestaba en acciones sutiles a través de las cuales la no élite operaba sobre las condiciones de explotación. Las trampas, la holgazanería, la difusión de rumores e incluso la cobardía formaban parte de un acervo de recursos originales e ingeniosos, destinados a plantear diversos grados de oposición y lograr cuotas crecientes de negociación7. Evocando la interpretación que ofrece Hobsbawm8 sobre los bandidos sociales, advierte la importancia que tenían las historias que reflejaban la lucha en contra de la injusticia y la constitución del bandido como mito. Los alcances de las estrategias empleadas muestran que las multitudes no buscaban cambios radicales, por el contrario, muchos de los objetivos eran concebidos desde un punto de vista tradicional, y se orientaban a restablecer una situación prexistente. En este sentido, el autor comprende los estallidos de violencia popular como un medio gobernado por una racionalidad instrumental, sujeta a una dinámica del conflicto que estaba determinada por la coalición de intereses circunstanciales, como por ejemplo un aumento sorpresivo de los precios del grano.
Por último, pondera el impacto de un discurso cristiano que interpelaba a los sectores populares, al tiempo que proponía nuevas experiencias sensoriales y espirituales. Toner señala que en la crisis del siglo III comenzó a producirse una transición, asociada a la expansión del cristianismo, de un modelo de sociedad en el que la no élite era prácticamente invisible a otro donde, al menos en el imaginario de un sector de la sociedad, pasó a ocupar un lugar importante.
Sesenta millones de romanos es un trabajo bien documentado que presenta a la cultura popular en su dimensión práctica. Una de sus principales virtudes, sin dudas, es la búsqueda de modelos explicativos alternativos y la aplicación de categorías analíticas que contribuyen comprender ciertos modos de comportamiento. No obstante, es necesario remarcarlo, el autor no logra superar en ocasiones las descripciones impresionistas y, con frecuencia, generaliza sus conclusiones perdiendo de vista las perceptibles distinciones sociales y espaciales. Pese a ello, su lectura es recomendable para todos aquellos que quieran iniciar sus estudios sobre la plebe romana, una temática que tiene un amplio desarrollo historiográfico con resultados sumamente desiguales9.
1 Purcell N. (1994) ‘’Rome and the plebs urbana’’, in J. A. Crook, A. Lintott, E. Rawson (eds.), The Last Age of the Roman Republic 146-43 B.C., CAH IX2. Cambridge: Cambridge University Press. pp. 644-88.
2 CF. Burke P. (2010) La cultura popular en la Europa moderna. Alianza: Madrid.
3 Thompson E. P. (1971) ‘’The moral economy of the English crowd in the eighteenth century’’, Past and Present, 50, pp. 75-136.
4 Cfr. Beard M., North J. and Price S. (1998) Religions of Rome. Cambridge: Cambridge University Press.
5 Bajtín, M. M. (1984) Rebelais and his world. Indiana: University Press.
6 Scott J. C. (1976) The moral economy of the Peasant: rebellion and subsistence-Southeast Asia. New Haven: Yale University Press.
7 De Certeau M. (1984) The practice of Everiday Life. Berkeley: University of California Press.
8 Hobsbawm E. (2001) Bandidos. Barcelona: Crítica.
9 Cfr. el interesante aporte de Hosfall N. (2003) The culture of the Roma Plebs. Duckworth: Londres; o también el trabajo de escaso desarrollo teórico de Knapp R. Los olvidados de Roma, Barcelona, Ariel, 2011, por citar algunos de las publicaciones más comentadas por los especialistas.
Recibido:
04-07-2014
Aceptado:24-06-2014
Publicado:
20-18-2014
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