Sociedades Precapitalistas , vol. 3, nº 2, julio 2014. ISSN 2250-5121
Universidad Nacional de La Plata. Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación.
Centro de Estudios de Historia Social Europea

 

EDITORIAL

 

Jacques Le Goff, uno de los historiadores más reconocidos del siglo XX, falleció en el mes de abril. La noticia no podía pasar desapercibida para quienes formamos parte del equipo de esta revista, especialmente porque su campo de interés estuvo orientado a la historia medieval. La evolución de este intelectual marcó la historiografía francesa. Tempranamente influido por las ideas de izquierda se acercó al partido socialista e incorporó de manera heterodoxa en sus estudios sobre el medioevo, volcados especialmente al campo de las mentalidades, reflexiones provenientes del marxismo y de la antropología. En 1960 ingresa a la École Pratique des Hautes Études, y en 1972 es nombrado director de la sexta sección de esa institución a la que, en 1975, terminará transformando en un organismo independiente, la École des Hautes Études en Sciences Sociales. Además, en 1969 fue nombrado director de la revista Annales. Su obra es analizada en el artículo de Carlos Astarita. Lejos de realizar un encomio allí, Astarita realiza un balance crítico historiográfico de la obra de Le Goff partiendo de la idea de que La Civilisation de l´Occident médiéval es un punto de inflexión en su carrera intelectual y en el medievalismo que marca un antes y un después. A partir de esta idea analiza brevemente algunos de los textos que precedieron a aquella obra en los que el historiador francés se centró en el estudio de los mercaderes y de los intelectuales, temas que luego serían abandonados por el estudio de las mentalidades durante la edad media. Estos enfoques señalan el recorrido de su obra que alcanza su punto más alto con la aparición de La Nouvelle Histoire, obra colectiva que supone un escalón central de la disciplina en el siglo XX. Astarita desmenuza los temas, hipótesis, metodologías y tratamiento de fuentes en la obra de Le Goff y observa sus proyecciones posteriores en la disciplina valorizando críticamente estos aportes, especialmente en lo referente a la manera en que hace extensivos a grupos sociales diversos los criterios y enfoques de una parte de la elite.

En el texto sobre la percepción del hereje en la obra del obispo Cromacio de Aquileya, Esteban Noce se inclina por observar que, si bien construida de forma arquetípica, se apunta a un destinatario real y no se trata de un mero ejercicio de la retórica teológica. No obstante, el autor entiende que esos herejes se encuentran dentro de la misma comunidad de fieles del obispo y no fuera, como había sido planteado desde otras perspectivas historiográficas. La estigmatización de las “opiniones desviadas” se dirigía principalmente a aquellos miembros de la comunidad cristiana de Aquileya que, de acuerdo a la perspectiva de Cromacio, negaran de una u otra forma el dogma local básicamente, según cree Noce, por la inercia de prácticas precristianas. Tal elaboración doctrinaria se construye a partir de un enfoque eclesiológico centrado en la uniformidad dogmática representada por la antigua metáfora, retomada una y otra vez a lo largo de la historia del cristianismo, de la iglesia como barca. Esto nos coloca en el plano de las representaciones asumidas hasta no hace demasiado tiempo por los historiadores del cristianismo, quienes entendían al siglo IV como el punto de inflexión histórico en el paso a la cristianización definitiva de la sociedad romana.

Marcelo Perelman analiza críticamente ciertas perspectivas de la demografía histórica recientes que cuestionan el modelo historiográfico dominante para la historia de la república romana desde hace ya más de cuarenta años. Este modelo se basa en el enfoque de la demografía histórica avanzado por J. Beloch a fines del siglo XIX, retomado luego por Peter Brunt en su obra Italian Manpower en 1971 y Keith Hopkins en Conquerors and Slaves en 1978. El mismo plantea un proceso de contracción demográfica durante el siglo II a.n.e. que estaría en relación con el descenso de la clase de campesinos pequeño-propietarios movilizados por Roma hacia los frentes de combate, la progresiva pérdida de sus lotes de tierra en beneficio de la acumulación por parte de los terratenientes, y su reemplazo por la fuerza de trabajo esclava provista por el proceso de expansión imperialista en el Mediterráneo. Los enfoques alternativos basados en un principio en las posturas contrarias a la de Beloch sustentadas por T. Frank, a principios del s. XX, dieron pie a la elaboración de autores como E. Lo Cascio, N. Morley y N. Rosenstein, estos dos últimos foco de la crítica de Perelman. El problema es central no sólo para entender la evolución del campesinado romano libre, sino especialmente para la cuestión de la comprensión del desarrollo de una sociedad esclavista, tal como ha sido planteado por autores como Keith Hopkins y Moses Finley.

Hector Gerván, Ariel Oliva y Victoria Romero analizan en su artículo los mecanismos de legitimación durante el periodo amarniano en la monarquía egipcia, durante el gobierno de Akhenatón, en relación con la concepción e interacción política con los pueblos extranjeros. Para eso apelan al uso de la categoría de grupo étnico, de acuerdo con Fredrik Barth, como conjuntos complejos y dinámicos capaces de dar cuenta de la diversidad cultural. Los autores exploran cómo se inscribe la manifestación de la otredad en las representaciones simbólicas que depositan en el faraón la capacidad de mantener el orden en el mundo terrestre. Por un lado se representa a los extranjeros -aunque inferiores- como parte de los dominios del faraón que reciben sus recompensas, por el otro aparecen como vencidos atados, fuerzas negativas del Caos. Esa dualidad, ecumenismo y sometimiento, está conformada por prácticas complementarias no excluyentes que resumen el poder faraónico. Los autores trabajan luego sobre ejemplos de las cartas de el-Amarna para analizar las relaciones pacíficas, mayormente de vasallaje, establecidas entre el faraón y diferentes reyes de la periferia egipcia en el marco de ese ecumenismo.

Finalmente Tamara Somoza realiza la reseña de la obra editada por Monsalvo Antón, Sociedades urbanas y culturas políticas en la baja edad media castellana, centrada sobre el análisis de la categoría del bien común que recorre el texto.