RESEÑAS /REVIEW
Sergio Damián Vitella
damianvit@hotmail.com
El ascenso y la caída de las grandes potencias han suscitado un enorme interés entre los investigadores, generando obras para comprender el origen, el desarrollo y el fin de las estructuras imperiales. En este caso, Bryan Ward-Perkins ofrece un trabajo que, desde la Historia y la Arqueología, apunta a esclarecer la temática sobre la “caída del Imperio Romano de Occidente”.
La década de 1970 indica, en la producción historiográfica sobre el Imperio Romano, la emergencia de un revisionismo que desembocó en una postura opuesta a la convencional. Por un lado, la versión tradicional sostiene que los siglos posteriores a la caída del Occidente Imperial Romano expresaron el colapso de una civilización. Y por otro, la publicación de The World of Late Antiquity (Brown, 1971) abrió en los estudios clásicos un nuevo período, la Antigüedad Tardía (siglos III-VIII) que narra la etapa sin “decadencias ni colapsos catastróficos”. Por el contario, su característica es la “transformación con continuidad” en un marco de revolución religiosa y cultural que empieza en el tardoimperio y sigue después de él apartando los datos políticos y económicos. A su vez, la percepción de las invasiones bárbaras comienza a modificarse en los mismos años ‘70, en base a la noción de “integración pacífica” de los bárbaros en el Imperio. En el marco de tratados concretados entre el Imperio y los pueblos germanos, estos fueron favorecidos con parte de los ingresos fiscales del Estado y con derecho a asentarse en tierras imperiales a cambio de prestar servicio militar a Roma. (1)
Ward-Perkins se encuadra dentro de la versión tradicional y así lo refleja en su libro que está dividido en dos partes. En la primera fundamenta el derrumbe imperial producto de las invasiones germánicas, y en la segunda, con un perfil más arqueológico, sostiene la tesis del colapso de la civilización antigua luego de la caída de la mitad Occidental del Imperio Romano.
Sobre las invasiones, el autor destaca la violencia que generaron, confrontando así con las ideas de migración e integración de la nueva historiografía. Señala que las invasiones provocaron la emergencia de usurpadores, guerras civiles y conflictos internos que erosionaron la vida política y económica del Occidente hasta el desplome imperial. Sin embargo, privilegia un elemento interno clave en la debacle, la situación económica de quienes tributaban, puesto que la eficacia del ejército profesional dependía de la estructura productiva y fiscal. Por eso, a principios del siglo V (401 al 412), la presencia ya de godos y la entrada de vándalos, suevos y alanos condujeron a una baja en la tributación del Occidente imperial que llevó, lentamente, a la pérdida de Britania y de gran parte de la Galia e Hispania. Por lo tanto, con el apoyo del registro arqueológico, es viable sostener un Imperio fuerte hasta fines del siglo IV. Así, en este inestable escenario político-militar, Ward-Perkins contextualiza los tratados de asentamiento entre Roma y los germanos. Ejemplo de ello fue el foedus que asentó a los visigodos en Aquitania (419). Sin embargo, Roma perdió lentamente el control de estas tierras porque asentar grupos armados dirigidos por su rey significó una transferencia efectiva del poder. Por lo tanto, los tratados no sólo no contuvieron a los bárbaros, sino que estos se expandieron más usando la fuerza y obligando a los romanos a adaptarse a su presencia. No obstante, en varios pasajes del trabajo el autor sostiene que la intención de los bárbaros no era destruir el Imperio, sino gozar de su riqueza y bienestar material. De este modo, la fragmentación territorial de Occidente desembocó en los nuevos reinos germanos que funcionaron sobre las estructuras administrativas imperiales (ciudades, Iglesia, administración secular y leyes romanas). Así, emergió una nueva identidad política y cultural producto de la fusión entre elementos romanos y germanos que protagonizó la Temprana Edad Media.
La segunda parte del libro fundamenta, con sólido aporte arqueológico, el colapso de la civilización antigua en Occidente tras las invasiones bárbaras y la caída imperial. Para esto, Ward-Perkins analiza la complejidad económica romana como sostén de un mundo sofisticado en sus aspectos político, social, cultural y militar. El trabajo arqueológico permitió construir una nueva imagen de la economía imperial, caracterizada por un proceso de división del trabajo con fuerza de labor especializada y una infraestructura de caminos, carros y animales que facilitaban el transporte y el funcionamiento de mercados. Es decir que no sólo hubo consumo suntuario elitista, sino que el resto de la población imperial se abastecía mediante un complejo sistema de producción, distribución y consumo de artículos diarios de alta calidad. Por eso el autor destaca el desarrollo industrial de bienes cerámicos y de tejas para techos. Además, este cuadro permite inferir que los mercados del vestido, calzado o herramientas no fueran menos sofisticados que los anteriores, a pesar de no ser abundantes en el registro. Esta sofisticación material sufrió discontinuidades puesto que no hay evidencia arqueológica de ella en el Occidente post-romano. Así, la decadencia no sólo se reflejó en la desaparición de pequeños y medianos mercados que ofrecían artículos de calidad, sino también en las técnicas y en la calidad de las viviendas construidas. Además, la desaparición gradual del sistema monetario en oro, plata y cobre fue sintomática de la debacle económica. Por lo tanto, la decadencia Occidental para los siglos VI-VIII es evidente. Debido a esto, el autor escribe que a fines del Occidente imperial hubo un cambio económico cualitativo que provocó la caída de un complejo sistema de producción, distribución y consumo y no una simple recesión.
Para fundamentar la desolación post-romana, el autor vincula los problemas políticos y económicos para entender como los primeros causaron los segundos. Aquí, la crisis del Estado como centro del poder político perjudicó el entorno de paz para las actividades económicas, la defensa militar y la recaudación de impuestos. Reflejo de ello fue la baja en la producción agrícola debido a la decadencia de los mercados, razón por la cual hubo un descenso demográfico y un retorno a la agricultura mixta en detrimento de la especialización en cultivos. Es decir, que las invasiones del siglo V indujeron la emergencia de un precario escenario socioeconómico luego del desplome imperial, aunque esta no fuera la intención de los bárbaros. Teniendo en cuenta este marco, la crisis y la posterior caída del Estado fueron estimuladas tanto por las invasiones como por la guerra civil, hechos que influyeron en la destrucción del sofisticado mundo antiguo.
La disminución de la alfabetización fue otro síntoma del fin de la civilización antigua. La lectoescritura estaba muy expandida en el Imperio y para que el Estado desarrolle sus funciones políticas y económicas requirió de funcionarios letrados en todos sus niveles. En los ámbitos productivo, comercial y militar también se usaban documentos, sellos, inscripciones y grafitis. Pero caído el Occidente, en el sencillo mundo posterior se hizo innecesaria la lectoescritura. Luego, con el protagonismo del Cristianismo en el período post-romano, la alfabetización fue exclusividad del clero.
Todos estos indicadores que señalan el final de la sofisticación antigua refieren al concepto de civilización como “sociedades complejas y lo que se crea en torno a ellas”, tal como lo entiende Ward-Perkins. Por eso, los cambios no sólo afectaron a las élites, sino que el resto de la población que accedía a artículos de calidad o a la escritura fueron los que más sufrieron la transformación. Esto es lo que el autor dice al hablar del fin de la civilización en Occidente con la caída del Imperio.
Finalmente, Ward-Perkins plantea críticas a la historiografía de la Antigüedad Tardía. En primer lugar, rechaza un período continuo (siglos III-VIII) para todo el mundo romano y post-romano porque implica ignorar las rupturas políticas, sociales, económicas, militares y administrativas luego de la caída de Roma. En segundo lugar, la Antigüedad Tardía refiere al mundo mental y espiritual que expresó los cambios que el hombre vivenciaba sobre la muerte, la identidad o el sexo. Por eso el período alude a una revolución religiosa y cultural que relega la política y la economía. Sin embargo, Ward-Perkins advierte no sobrevalorar la transformación religiosa porque la sociedad del período vivía su vida atada al realismo económico, y un cambio religioso le afectaría menos que un descenso abrupto en su nivel de vida.
El autor subraya el confort económico de que gozó la población y considera secundarias las revueltas populares en la caída imperial. Sin embargo, no hay que olvidar la crisis del siglo III y las reformas que llevaron a una sociedad más oprimida. Por lo tanto, sería interesante destacar la larga duración histórica y no tanto la presión tributaria posterior a las invasiones en el análisis de los conflictos sociales.
En general, son fundamentados los reparos de Ward-Perkins sobre la Antigüedad Tardía. Su trabajo, consistente y prolijo, ofrece un estudio detallado de la discontinuidad desde el siglo V, dado que nos permite apreciar cómo la quiebra económica de un mundo sofisticado provocó el fin de una civilización. Su interpretación rupturista sobre la transición del mundo antiguo a la Temprana Edad Media como una crisis y una decadencia, enmarcada por los contactos entre la Historia y la Arqueología, es sólida y adecuada. Además, su idea de civilización como sociedad con grandes ciudades, con un sistema económico complejo y una alfabetización expandida, es el marco para entender lo que significó para la gente del período el fin de un estilo de vida. Roma era este tipo de sociedad, y su derrumbe reflejó la caída de una civilización.
(1) Ver Brown, P.: The World of Late Antiquity: from Marcus Aurelius to Muhammad, 1971 (trad. esp.: El mundo de la Antigüedad Tardía. De Marco Aurelio a Mahoma, Taurus, Madrid, 1989); Goffart, W.: Barbarians and Romans AD 418-584: The techniques of accommodations, Princeton, 1980.
Fecha de recibido: 10-08-2013
Fecha de aceptado: 15-11-2013
Fecha de publicado: 20-12-2013
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